La corrupción en México no es un problema nuevo, ha estado ahí desde tiempos inmemoriales, arropada por un régimen incapaz de perseguir eficazmente los efectos corrosivos de dicho fenómeno para edificar un sólido Estado de Derecho, pero también protegida por nuestra sociedad que la aceptó tácitamente, al considerar que era menos grave que la inacción gubernamental.
A poco más de tres años del inicio del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), este enfrenta importantes desafíos en el marco del nuevo gobierno para asentarse como andamiaje institucional capaz de combatir la corrupción, no solo en sus consecuencias, sino en sus causas, tanto culturales como estructurales.
En el KAS Paper se describen las tres dimensiones y desafíos que se deben atender para hacer funcionar al SNA: 1) los desafíos más generales de carácter cultural; 2) los desafíos políticos que se desprenden del propio cambio de gobierno y, 3) los desafíos operativos que se derivan de las características del modelo de cooperación interinstitucional.
De igual manera se plantean tres factores centrales para dotar de nuevos bríos y de un aliento de largo plazo al SNA, que le permitan alcanzar los resultados esperados:
- El músculo de la sociedad civil organizada;
- Una reingeniería institucional para provocar un cambio en la gestión pública y en los entes encargados de luchar contra la impunidad;
- Una clara voluntad política de los gobernantes
Finalmente, el documento exhorta a la creación de nuevas organizaciones de activistas sociales que asuman la investigación sobre los diversos asuntos y escenarios donde se cuela la corrupción, no solo en el ámbito federal, sino desde el ámbito local; de igual manera la urgencia de una sociedad civil más organizada y participativa.
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