Los sistemas electorales concretos en los sistemas políticos liberal-democráticos suelen ser el resultado de compromisos entre las fuerzas sociales y políticas más importantes. Existen numerosos modelos de elecciones, cada uno de los cuales se basa fundamentalmente en un sistema de votación por mayoría o en un sistema de elección proporcional. En un sistema de mayoría simple, la atención se centra en la persona elegida en una circunscripción por mayoría relativa, absoluta o cualificada. En unas elecciones de representación proporcional, los partidos, grupos o listas están en el centro de la elección. Los escaños de un parlamento u otra representación social se asignan en elección proporcional según la fuerza de los votos emitidos. Con ello se pretende reflejar la voluntad del electorado con la mayor exactitud posible.
El voto por mayoría acepta que exista una desproporción entre todos los votos emitidos y la representación en un parlamento. Al mismo tiempo, refuerza el vínculo entre votante y persona, conduce a mayorías más seguras en un parlamento y fortalece la independencia del candidato frente a la dirección del partido. La representación proporcional, por otra parte, apunta hacia la representación parlamentaria de los partidos en la medida de lo posible conforme a la proporción de los votos electorales.
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El voto por mayoría acepta que exista una desproporción entre todos los votos emitidos y la representación en un parlamento. Al mismo tiempo, refuerza el vínculo entre votante y persona, conduce a mayorías más seguras en un parlamento y fortalece la independencia del candidato frente a la dirección del partido. La representación proporcional, por otra parte, apunta hacia la representación parlamentaria de los partidos en la medida de lo posible conforme a la proporción de los votos electorales.
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