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Una luz deslumbrante de neón alumbra el aula. Una alfombra gris de linóleo cubre el suelo. Seis hombres con caras serias entran y toman de una manera callada sus sillas en el podio. Tienen razón: A adelante les espera una tarea enormemente difícil. Tienen que iluminar un asunto complicado. Ellos, la élite de la ciencia política argentina, deben analizar y evaluar la política del gobierno kirchnerista durante el “Foro Latinoamericano” que es organizado por el CADAL (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina) en Buenos Aires el 7 de marzo de 2013.
El dilema: desde hace varios años la población argentina se ve abrumada cada vez más con propaganda gubernamental. El país esta bien según su mensaje central. ¿pero qué hay por detrás? ¿Cuál es el verdadero estado del país?
A primera vista parece que el gobierno tiene un balance impresionante. Durante los últimos años la economía ha crecido de una manera continua. La tasa de desempleo es baja y en algunos sectores los salarios están aumentando fuertemente. Al mismo tiempo los Kirchner eran capaces de ganar cada vez más votos en las elecciones durante los últimos tres años. Cuando el difunto presidente Néstor Kirchner le bastaba el 22 por ciento de los votos para ganar la presidencia, su esposa Cristina alcanzó el 54 por ciento de los votos ocho años más tarde.
Según el economista Jorge Streb, prestar un vistazo a la realidad muestra que la propaganda gubernamental no puede cumplir lo que promete. No hay dudas que el crecimiento económico de la Argentina de los años pasados dependió fuertemente del crecimiento de los países vecinos. Brasil, Chile y Uruguay tenían en promedio tasas de crecimiento más altas y actuaron como locomotoras. En Argentina al aumento del PIB se debilitó claramente a partir de 2008, el año de la inauguración presidencial de Cristina Kirchner, a pesar del respaldo de los vecinos.
Según Streb, hay múltiples razones para explicar ese desarrollo. Por un lado el gobierno esta intensificando sus intervenciones en la economía desde hace varios años, eliminando los incentivos para la actividad empresarial. Por otro lado la calidad de la infraestructura del país esta bajando a causa de las inversiones faltantes. Los trenes se están cayendo a pedazos y las vías están obsoletas. La armada del país que érase una vez el orgullo del la nación ahora apenas tiene barcos que siguen funcionando. A eso hay que añadir el caos financiero y la falta de respeto al imperio de la ley. El uso de cuentas extra presupuestarias en el proceso presupuestario ha conducido a un crecimiento incontrolado de los gastos. No hay persecución jurídica de políticos y funcionarios corruptos.
El experto en energía Horacio Fernández explicó que las intervenciones descontroladas en la economía se hacen sentir en otras áreas importantes de la gestión pública como la política energética y la política de defensa. La producción de petróleo y gas ha bajado constantemente a pesar de la existencia de grandes reservas. Al mismo tiempo las importaciones aumentaron. De esa manera la Argentina se abstiene de aprovechar sus recursos naturales para alcanzar un desarrollo económico más fuerte y aumenta su dependencia del abastecimiento energético desde fuera. El porcentaje de energías renovables en la producción total todavía es demasiado bajo. El gobierno tiene que buscar inspiración en el ejemplo de vecinos como Uruguay, que ha logrado alcanzar un mayor control sobre su producción energética a través de un plan de acción bien pensado.
Según el experto, otro problema de gran alcance es la inflación galopante. Desde la inauguración del primer gobierno de Kirchner la devaluación monetaria ha aumentado de una manera cada vez más preocupante. El gobierno se niega a resolver este problema y prefiere manipular los datos del instituto nacional de estadística.
Sin embargo, el problema más grave es la polarización ideológica de los partidos políticos. En contraposición a los vecinos Chile y Uruguay donde hay un consenso básico con respecto a las líneas maestras de la política pública, en Argentina gobierno y oposición se siguen enfrentando en batallas ideológicas. En este aspecto el país es más parecido a Venezuela que a los vecinos.
El politólogo Carlos Gervasoni explicó que el gobierno argentino no solo fracasa con respecto al ejercicio de sus responsabilidades cotidianas. El estado de la democracia argentina en su conjunto esta empeorando.
Ese desarrollo forma parte de una tendencia más amplia. En América Latina y otras regiones del mundo es perceptible un auge de los regímenes semi-democráticos. En contraposición a países como Cuba y Nicaragua estos gobiernos no se declaran abiertamente autoritarios. Igual que antes estos estados híbridos siguen celebrando elecciones sinceras. Al mismo tiempo desestiman los derechos civiles.
El experto piensa que en la Argentina se puede observar una tendencia parecida. En primer lugar la libertad de prensa es cada vez más restringida. El gobierno está trabajando para controlar la prensa y la justicia de una manera sistemática. Este desarrollo es tan preocupante porque en el pasado la Argentina se ha mostrado muy vulnerable con respecto a aspiraciones autoritarias. La Argentina es el único país que perdió su democracia cuatro veces en regímenes autoritarios a pesar de su alto nivel de bienestar. Por eso la suposición frecuente que el bienestar conduce automáticamente a la democracia se ve en peligro.
Según el gran politólogo Samuel Huntington la extensión mundial de la democracia depende de manera decisiva de la presencia de una superpotencia democrática. En el transcurso del siglo XX cada ascenso de una potencia autocrática que resultó en un enfrentamiento con la mayor potencia democrática de la época ha causado un avance de las dictaduras en todo el mundo. La victoria de los Estados Unidos como superpotencia democrática regresó esta tendencia y causó una ola democrática. Dado que el poder de EE.UU. ahora está en descenso y que con China una nueva potencia autoritaria está en auge, sería legítimo suponer una nueva ola del autoritarismo en el futuro cercano.
Tras el final de los discursos todos los participantes coincidieron que la Argentina tiene que escaparse de esta tendencia y debatieron de manera apasionada como se puede reforzar la democracia.