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“Tenemos tan solo un planeta.” Con esa frase, Sergio Margulis, Consultor Senior del Instituto Internacional para la Sostenibilidad en Río de Janeiro, puso fin a su enfática presentación. Su discurso fue la introducción a la conferencia “Cambio Climático y sus Impactos en América Latina” con duración de dos días. La conferencia fue organizada por el Programa Regional Seguridad Energética y Cambio Climático de la Fundación Konrad Adenauer en alianza con el Centro de Estudios de Sostenibilidad (GVces) de la Escuela de Administración de Empresas de la Fundación Getulio Vargas (FGV-EAESP) de São Paulo. La presentación de Margulis trajo diversos datos relativos al calentamiento global y sus impactos sobre la humanidad y el medio ambiente y sirvió de alerta para todos los participantes. Hoy en día los evidentes perdedores de los cambios climáticos son las regiones más pobres del mundo. Así, períodos de lluvias y sequías extremas, como consecuencia frecuente del calentamiento global, afectan principalmente a la agricultura, una de las mayores fuentes de ingreso de muchos países en vías de desarrollo.
Christian Hübner, Director del Programa Regional Seguridad Energética y Cambio Climático en América Latina, presentó posibles estrategias para atenuar las alteraciones climáticas. Entre las medidas más importantes está la transición para una producción de energía más ecológica. Recientemente, la Cumbre del G7 emitió un mensaje claro en ese sentido: los países industrializados anunciaron acordar en descarbonizar sus economías hasta fines del siglo. En su disertación, Hübner demostró cómo Alemania está implementando la transición energética y en qué etapa se encuentra la misma. Viento, sol y biogás ya constituyen casi 25% de la producción de electricidad y hasta el 2050, ese porcentaje debe aumentar para 80%. “Ese cambio no se produce de un día para el otro. Se trata de un proceso gradual”, dice Hübner. Para una transición energética exitosa a largo plazo, ahora es necesario incluir los intereses de los ciudadanos y de las empresas en los planeamientos.
En el transcurso de la conferencia diferentes oradores de América Latina presentaron las estrategias nacionales de adaptación a las alteraciones climáticas de sus países. Siendo así, Chile, como mayor exportador de Sudamérica, posee un porcentaje relativamente alto de emisiones de gases de efecto invernadero. Según Christian Gutiérrez del Ministerio Chileno del Medio Ambiente, el país va a contribuir con un programa ambicioso de adaptación a las alteraciones climáticas. Chile se encuentra frente al gran desafío de reducir las emisiones provenientes de las extracciones de recursos naturales. Pero ese sector es, al mismo tiempo, una de las fuentes principales de ingreso del país. “Si no somos capaces de disociar el crecimiento de la contaminación del medio ambiente, las reglamentaciones estrictas de protección al medio ambiente limitarán nuestro crecimiento económico“, explicó Jorge Valverde Carbonell, del Ministerio de Hacienda de Chile. Por consiguiente, considerando la COP21, se espera que especialmente los causantes principales de los cambios climáticos establezcan objetivos ambiciosos. Según él, los países en vías de desarrollo y países emergentes no pueden ser limitados en su crecimiento. Al mismo tiempo, Chile también tiene en mira objetivos ambiciosos en términos de protección climática, los cuales deben alcanzarse a través de una tasa sobre las emisiones de CO2. La medida entrará en vigencia en 2017. Sin embargo, los representantes chilenos dejaron claro que asuntos como la eficiencia energética y la expansión de energías renovables no pueden faltar en el debate sobre la contribución chilena para la reducción de las alteraciones climáticas.
Los participantes obtuvieron también una visión más detallada de la actual situación de Brasil en términos de protección climática y ambiental. 60% del sector nacional de electricidad ya están cubiertos por energía hidráulica. Además de ello, el país es uno de los mayores productores de bioetanol, por lo que el sector de transportes es también relativamente ecológico. Al mismo tiempo, Brasil posee enormes fuentes de petróleo. Sobre todo los campos descubiertos recientemente en la costa sur tienen un papel importante. En términos de protección ambiental y seguridad energética, Brasil se encuentra hoy en una encrucijada, como explica Gilberto Câmara, profesor de la FAPESP. O la política y la economía comienzan a invertir en la expansión de energías renovables, o entonces el país continúa preso al petróleo y aumenta la cuota de combustibles fósiles en el mix energético. “Sería una oportunidad desperdiciada. A través de un abordaje sistemático podríamos asumir una posición de liderazgo internacional en el sector de la bioeconomía”, dice Gilberto Câmara. Por lo tanto, la transición del sector energético no está de manera alguna vinculada a perjuicios financieros. Al contrario, concluye Câmara “sería rentable a largo plazo.”
¿Cómo reducir las emisiones provenientes de la agricultura? El resto de la conferencia giró en torno de esa pregunta. Conforme lo explicó Angelo Gurgel, Coordinador del Departamento para Agricultura de la FGV de São Paulo, a través de la recuperación de las áreas de pastoreo en Brasil, por ejemplo, las emisiones de CO2 ya podrían reducirse en 1.800 millones de toneladas. Christoph Jungfleisch participó del panel relatando sus experiencias en el trabajo con proyectos de microfinanciación en la agricultura en Panamá. Como explica Jungfleisch, muchos proyectos de microfinanciación negligencian criterios climáticos y de medio ambiente. Un objetivo de esos proyectos sería el de incluir medidas de mitigación para aumentar la resiliencia de los pequeños agricultores locales. Según Jungfleisch, proyectos como estos también podrían ser considerados para otros países.
La segunda parte del evento proporcionó una visión más profunda sobre la cuestión de la financiación climática. ¿Cómo, por un lado, pueden los inversores ser sensibilizados en términos de riesgos climáticos? ¿De qué estímulos necesitan los bancos para apoyar específicamente la reducción de carbono? Sean Kidney, Fundador de la Climate Bond Initiative, explicó el concepto de los “Green Bonds”, los “títulos verdes”. A través de esos títulos, los emitentes obtienen recursos para proyectos sociales y ambientales como, por ejemplo, para los sectores de energía renovable, eficiencia energética y control de la contaminación del agua.
Precisan aún ser definidas las reglamentaciones exactas para los “títulos verdes”. Kidney demostró que, hasta entonces, muchos inversores prácticamente no tenían interés por los riesgos climáticos. Ese problema podría ser tratado a través del abordaje directo por parte de las instituciones financieras. Estas podrían apoyar a sus propios clientes en las inversiones en tecnologías innovadoras. Jakob Thomä, Coordinador de Proyectos de la 2 Degree Investing Initiative, presentó una directriz que en este momento se está negociando en Francia. De acuerdo con la reglamentación, en el futuro, los bancos y fondos de pensión deben divulgar sus riesgos climáticos. Está previsto que la medida se convierta en parte de la Ley Nacional de Energías Renovables.
El último panel de la conferencia giró en torno de la cuestión de qué instrumento sería capaz de reducir la emisión de CO2. En América Latina, México ya introdujo una tasa sobre la emisión de CO2 en 2014. Las empresas pueden pagar la tasa en especie, o a través de certificados mexicanos de Mecanismos del Desarrollo Limpio, “Clean Development”. De acuerdo con los cálculos, la tasa cubre 40% de las emisiones de CO2 en México. En su nuevo informe, “Put a Price on Carbon” el Banco Mundial muestra diversos escenarios de reducción de las emisiones. 40 países y más de 20 ciudades ya se empeñan en ese sentido. Según Alexandre Kossoy, Especialista en Financiación Climática del Banco Mundial, este es un buen camino. Sin embargo, existe también el peligro del denominado “Carbon Leackage”, o sea, la migración de empresas para países donde no existe precio de carbono, “Carbon Pricing”. Kossoy explica que “ahora el desafío es ganar más países que implementan esos mecanismos.” Enseguida, Nina Braun de la Organización no Gubernamental “CDP”, brindó una visión sobre la actual participación de empresas en el asunto. Según ella, en el nuevo informe más de 1000 empresas internacionales ya se manifestaron sobre cómo van a utilizar un precio interno sobre el carbono. Los conferencistas se abocaron también al ETS en la Unión Europea, existente desde 2007. Una reforma, recientemente acordada, no prevé solamente la reducción de los certificados, sino también la así llamada reserva de estabilidad de mercado que adapta los precios y las cantidades de los certificados. Es con suma expectativa que se aguardan ahora los resultados de esa reforma, dice José Mario Pampini García, Director para Cuestiones Climáticas en el Ministerio del Medio Ambiente de México.
El evento demostró que en términos de protección climática, los países latinoamericanos exigen contribuciones importantes de las naciones industrializadas occidentales y de China. Pero, los países individuales de la región también desean contribuir para un acuerdo de protección climática, a través de objetivos propios. El desafío consiste en programar la reducción de carbono en determinadas economías, sin limitar el potencial de crecimiento de esos países. Eso significa reducir la relación entre el crecimiento económico y la emisión de gases de efecto invernadero, aún existente en muchos países. Naciones como Brasil, que se encuentran en la encrucijada entre “energía limpia” y un “mix energético sucio”, necesitan de inversiones específicas en el sector de energías renovables. Las conferencias del seminario también mostraron claramente que el mercado financiero internacional necesita dar una fuerte contribución para la protección climática. Por ejemplo, a través de mayor financiación de proyectos favorables a la protección climática por parte de las instituciones financieras y de los inversores. En la misma medida, es necesario establecer que bancos y empresas divulguen sus riesgos climáticos. El ejemplo de Francia también muestra cómo se puede exigir políticamente esa obligación. El mecanismo de la tasa de carbono y el ETS son posibilidades de disminuir las emisiones de CO2, sobre todo en países económicamente fuertes. Otras áreas, entre ellas el transporte y la eficiencia energética, tampoco pueden ser abandonadas.
El informe completo del evento, escrito por GVces, está disponible sólo en inglés. Ver archivo PDF adjunto.
Difusión del evento en los medios de comunicación de Brasil:
FAPEAM – Fundação de Amapro à Pesquisa do Estado do Amazonas