Título individual
La duodécima edición del IDD-Lat se presenta en momentos en que vuelven a ponerse en evidencia los déficits estructurales de la democracia regional y las consecuencias de estos. La inclusión y el ascenso social alcanzados por cientos de miles de ciudadanos en la reciente década y las excelentes condiciones económicas internacionales para el desarrollo latinoamericano, lejos de constituir un bálsamo que aquiete las demandas sociales, incrementan tensiones derivadas de la desigualdad de ingresos que también caracteriza a la región.
Los sucesos de Brasil, con cientos de miles de ciudadanos en las calles reclamando contra la corrupción y los excesos de sus dirigentes, la insatisfacción creciente en Argentina, Chile y otros países de la región, han puesto un foco de atención en algo que sostenemos desde hace más de una década cuando iniciáramos nuestro trabajo sobre la democracia regional: el fenómeno del desarrollo democrático es mucho más abarcativo y complejo que el desempeño de variables aisladas en lo económico o en lo social y que el propio marco institucional y político en el que cada sociedad construye su democracia.
El sentido de nuestra tarea es poner en evidencia avances y retrocesos en los aspectos estructurales y coyunturales de la democracia en los países de la región. Sostenemos que los logros han sido importantes pero deben servir como incentivo para redoblar el esfuerzo y generar nuevas y mayores conquistas para la democracia, para los ciudadanos y para sus dirigentes.
En esta edición 2013 del IDD-Lat se evidencia, lamentablemente, un retroceso del promedio del desarrollo democrático latinoamericano, luego del leve repunte del año anterior. La región registra un comportamiento similar al que había tenido en el período 2009-2011. El descenso en este último año, aunque leve, refleja la caída de los valores que experimentaron once de los dieciocho países que incluimos en nuestra medición.
En lo relativo a la democracia de los ciudadanos, el conjunto de indicadores que mide el desempeño de las sociedades en relación con las libertades civiles y los derechos políticos, se observa una mejora en el promedio regional. El avance alcanza a la mayor parte de los indicadores, inclusive el que mide la inseguridad; pero los mayores logros se evidencian en la participación política de la mujer como un fenómeno dinamizador del proceso político y de la incorporación de nuevos derechos y libertades, y el crecimiento de la participación electoral de los ciudadanos como muestra de renovación de fe en la democracia, pese a todos sus déficits y falencias.
La medición de la democracia de las instituciones presenta una caída en trece de los dieciocho países, como expresión de la incapacidad de dirigentes y sociedades en la construcción de sistemas institucionales y políticos más fuertes. Los mayores problemas se originan en el mal funcionamiento de los controles que la democracia exige y con corrientes desestabilizadoras en el interior de las sociedades que expresan a sectores que no se consideran incluidos en los beneficios sociales, económicos y políticos del conjunto social. Destaca un mejor comportamiento general en las políticas de combate a la corrupción, muchas de ellas derivadas de una ampliación de los esfuerzos de investigación del periodismo independiente.
La subdimensión social continúa la tendencia negativa iniciada el año anterior, con un generalizado deterioro en los indicadores que miden la calidad del desarrollo social y humano en la región. Solamente siete de los dieciocho países evaluados mejoran sus indicadores con respecto al año anterior. El fuerte descenso de la pobreza en la región a partir de 2003 y el aumento del ingreso per cápita, junto con la reducción de la mortalidad infantil son indicadores que, en promedio, presentan un comportamiento positivo, pero la región no logra revertir una de sus fallas estructurales: la inequidad en la distribución de la riqueza.
Los indicadores de la subdimensión que mide el desarrollo económico retroceden en promedio respecto del año anterior, aunque continúa siendo el área de mejor desempeño para la región. Tras una década de bonanza económica generalizada y sostenida, el crecimiento en América Latina y el Caribe se moderó, principalmente como consecuencia de la contracción de la demanda interna. Como datos salientes: la región sigue creciendo, aunque con menor tasa, y se mantiene, con excepciones, la situación de altos precios de los productos exportables de la región y de menores costos de los bienes de mayor valor agregado. Continúa como materia pendiente el logro de una mejor distribución del ingreso.
El interesante proceso de desendeudamiento latinoamericano, observado hoy con atención por los países desarrollados, los avances aún precarios del empleo, la incipiente lucha contra la corrupción y el impacto de las nuevas tecnologías en los procesos democráticos han merecido en este informe notas específicas, en función de contribuir a evaluar la importancia de estas cuestiones para el logro de un mayor desarrollo regional de la democracia.
De este modo continuamos nuestra tarea de destacar e iluminar los logros e identificar los obstáculos que cada sociedad debe vencer para lograr un mejor y mayor desarrollo. Esperamos que esta contribución sea analizada y valorada por quienes tienen la responsabilidad de diagnosticar y proponer mejoras a la ciudadanía.