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Los representantes de los organizadores aliadas, Alejandro Santos y Roberto Pombo, de Prisa Media, y Stefan Reith, de la Fundación Konrad Adenauer, pronunciaron unas palabras de saludo en las que destacaron las enormes oportunidades para un nuevo comienzo en las relaciones Colombia-Venezuela, pero también advirtieron del peligro de olvidar el carácter autoritario del régimen venezolano. Además, algunas cuestiones siguen pendientes, como qué pasos concretos seguirán a la foto de Maduro y Petro y cuál será el reparto de roles y la cooperación en el proceso de acercamiento entre el sector público y el privado. El siguiente debate se dividió en tres módulos: el comercio como clave hacia la integración económica, luego migración, frontera e integración y tercero energía, petróleo y gas.
El primer módulo se centró en las oportunidades económicas y los retos a los que se enfrenta Colombia con Venezuela. Varios panelistas señalaron que la conectividad entre los dos países era un reto que debía abordarse. Entre ellos, las conexiones terrestres que permiten cruzar la frontera sólo durante el día y la reanudación de las conexiones aéreas entre los dos países, que se consideró un paso clave en el proceso de acercamiento. Esto tendría que incluir compañías aéreas privadas y no sólo la empresa estatal Satena. De este modo, se puede reactivar el turismo y restablecer contactos comerciales. Sin embargo, se tendrían que dejar claras las reglas del juego para que se respeten los derechos de todos los venezolanos y colombianos y se protegieran las inversiones. Sin seguridad jurídica, casi ninguna empresa decidirá invertir en relaciones comerciales con Venezuela.
Para la ciudad de Cúcuta, la reanudación de las relaciones económicas representa una gran oportunidad. No sólo se beneficiaría de una posible mitigación de la crisis de refugiados, sino también pasaría de ser una ciudad fronteriza a ser un punto clave para el mercado colombo-venezolano. Asimismo, es especialmente importante ampliar la cooperación Sur-Sur en tiempos de tensiones geopolíticas mundiales.
El segundo módulo trató sobre cuestiones de migración, fronteras e integración. Se señaló que la crisis de los refugiados sigue existiendo y que se depende de la ayuda y la cooperación internacional. Para resolver la crisis de los refugiados, los distintos niveles políticos tienen que trabajar juntos, desde los alcaldes hasta el presidente. También es importante no esconder bajo la alfombra las razones del éxodo de ciudadanos venezolanos de su país como parte del proceso de acercamiento. La región fronteriza sigue estando marcada por problemas de seguridad, difíciles de combatir debido a los más de 2000 km de frontera con innumerables oportunidades para las actividades ilegales.
Con más de 4 millones de colombianos viviendo en Venezuela, la presencia del Estado colombiano en el país vecino tiene un papel crucial. Sin embargo, a nivel macro, el gobierno y la población colombiana deben darse cuenta de que el acercamiento no tiene el mismo significado para el gobierno de Maduro que para el gobierno de Petro. Esto representa un riesgo potencial para la parte colombiana. Por otro lado, Colombia puede utilizar la aspiración venezolana de volver a la comunidad andina como palanca para abogar por más derechos humanos en Venezuela.
En el último módulo se discutió sobre energía, petróleo y gas. Una palabra clave fue soberanía energética. Aunque Colombia se provee actualmente de su propio petróleo y gas, sus recursos fósiles se agotarán en unos años. En ese momento, se plantea la cuestión de si Colombia debe importar energía de Venezuela, el país con las mayores reservas conocidas de petróleo. Sin embargo, muchos participantes en el debate coincidieron en que, contrariamente a los planes del gobierno de Petro, Venezuela no es un socio fiable y digno de confianza para un producto crítico como la energía. Incluso hacia sus socios, Venezuela no ha cumplido acuerdos y convenios en el pasado. Esto también puede ocurrirle a Colombia, que se haría dependiente y susceptible al chantaje de un régimen antidemocrático. Un incumplimiento de palabra o de contrato por parte de Venezuela puede tener, por un lado, razones tecnológicas, ya que las empresas venezolanas son incapaces de explotar de forma fiable sus propios recursos debido a una mala gestión. En las regiones fronterizas de Colombia con Venezuela, una gran parte de la gasolina entra de contrabando desde Venezuela, pero también allí se puede constatar que el suministro no es fiable. Por otra parte, también puede haber razones políticas, ya que Venezuela utiliza sus exportaciones de petróleo como instrumento de diplomacia. Por lo tanto, es imperativo que el gobierno colombiano actúe con cautela al negociar con la parte venezolana.