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La sucesión presidencial: posibles escenarios

de Eduardo Walsh

KAS Blog: México 2021: realidades y desafíos

El pasado 6 de junio culminó el proceso electoral más grande e importante que ha tenido este país en su historia. El voto que la ciudadanía emitió expresó claramente lo que espera de su clase política los próximo tres y seis años, al mismo tiempo que marcó una posible tendencia de lo que puede pasar en la elección presidencial del 2024. Este nuevo panorama político no ha pasado desapercibido por el presidente de la República y su equipo ni por los diferentes grupos de oposición que buscan competir contra Morena. Ambas partes empiezan a calentar motores para iniciar una batalla campal que dejará a varios en el camino, mientras el ciudadano estará sentado en la comodidad de su hogar observando la misma película de cada seis años.

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El panorama postelectoral

Los números fueron claros. El país se movió políticamente a la centroizquierda, castigó en la mayoría de los casos a los políticos que hicieron uso de discursos y campañas polarizantes y sentó un precedente de cómo debe ser la próxima campaña presidencial. Sin embargo, no había pasado ni un mes de esta elección, y el presidente López Obrador ya mencionaba en su conferencia matutina que su movimiento político contaba con perfiles con muchas posibilidades de sucederlo en la silla presidencial, al mismo tiempo que criticaba a la oposición por no tener personajes para competir.

Lo que llama la atención, más allá de que el primer mandatario reviviera un viejo proceso político priista conocido como “tapadismo”[1], es que haya sido con tanta anticipación, y dejando de lado los riesgos que esto representa para sus suspirantes, quienes serán blanco de ataques cada vez más duros tanto de sus adversarios externos, como ahora de los adversarios internos. Esta decisión provocará una debilidad institucional en el equipo presidencial y quizá hasta una división entre los simpatizantes de Morena. Sin embargo, López Obrador no es ingenuo; es consciente de sus altos niveles de aceptación entre la ciudadanía mexicana y sabe que, a medida que avanza su sexenio, él tendrá menor injerencia política, por lo que vio necesario tomar en sus manos el proceso en este momento, y no cuando fuera demasiado tarde.

Su comentario no quedó solo ahí. El mandatario nombró a seis lopezobradoristas que, según su percepción, son ya precandidatos presidenciales: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Tatiana Clouthier, Esteban Moctezuma, Rocío Nahle y Juan Ramón de la Fuente. Sobre esta lista, es posible mencionar que solo los dos primeros tienen por el momento posibilidades reales de competir, y que los cuatro restantes fueron astutamente incluidos por el presidente para desviar la atención y los ataques políticos que venían acrecentándose en las últimas semanas. Otro aspecto destacado fue el “error” de no incluir a Ricardo Monreal en esta lista, lo que evidenció que el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República no es de su agrado.

Por otro lado, la oposición decidió también entrar al tema de la sucesión y ya han comenzado a surgir nombres de los posibles candidatos presidenciales, lo que ha despertado viejas pasiones partidistas. El PAN mantiene como su figura política más conocida al excandidato Ricardo Anaya, pero los nombres de Mauricio Vila, Francisco Domínguez, Javier Corral y Margarita Zavala comienzan a subir en las encuestas; en el PRI, la situación está más complicada, ya que su militancia tendrá que elegir entre perfiles como Alejandro Moreno, Alfredo del Mazo y Alejandro Murat. Del PRD ni hablar, ya que se encuentra en un franco camino de extinción. Sin embargo, estos nombres son aún tentativos y deberán pasar un filtro extra: la posible alianza que los tres partidos han anunciado para el 2024, y de la cual tendría que salir un candidato que pueda encabezar y representar todos sus intereses, cosa que, de solo mencionarla, resulta complicada.

Por su parte, Movimiento Ciudadano empieza a apuntalar perfiles como Enrique Alfaro, Samuel García o Luis Donaldo Colosio, quienes, hasta hace unos pocos meses, eran solo figuras conocidas en sus propios estados.

Posibles escenarios para el 2024

El presidente López Obrador y su movimiento político tienen dos posibles escenarios: por un lado, mantener a Claudia Sheinbaum y a Marcelo Ebrard como sus dos candidatos con mayores posibilidades y enfrentar con ellos todos los ataques que se aproximen (Línea 12 del Metro, COVID-19, malos resultados gubernamentales, etcétera), esperando que la suerte y la popularidad del presidente sean suficientes para ser una opción atractiva en el 2024. Un segundo escenario sería preparar un truco de magia espectacular del cual surja un “tapado” que nadie tenga en el radar, y que sea encumbrado por López Obrador después de que la guerra entre sus correligionarios los haya desgastado mucho. Sin mencionar que, si desde Palacio Nacional sigue la estrategia de quitar del camino a Monreal para el 2024, este personaje puede convertirse en un gran dolor de cabeza.

La oposición política al presidente la tiene aún más complicada. El PRI, PAN y PRD dependen en gran parte de cómo se desarrolle su alianza política en la Cámara de Diputados y los congresos locales, con el presidente López Obrador al acecho para desarticularlos y las divisiones, internas y externas, que surgirán en el momento de elegir el nombre del candidato(a) que los representará. Para ellos, resulta trascendental la elección de perfiles sin trayectorias oscuras que sean usadas en su contra, la generación de equipos capacitados para competir y la construcción de una narrativa propia donde el mensaje sea hacia el futuro, dejando de lado el discurso de antagonismo y el señalamiento de los errores del gobierno actual, pues eso no será suficiente para ganar. Hasta el momento, no se ha visto mucho de lo anterior.

Consideraciones finales

El ajedrez de la próxima elección presidencial aún no ha terminado. El próximo año habrá elecciones en seis estados del país donde actualmente gobierna la oposición (tres el PAN y tres el PRI) y para el 2023 se definen las gubernaturas de Coahuila y Estado de México (ambos bastiones del PRI), así que, tanto la oposición como el presidente López Obrador deberán lanzar sus mejores jugadas y tratar de llegar lo mejor posicionados ante un electorado que todavía tiene mucho que reflexionar.

Todo esto, mientras el país sigue viviendo una fuerte crisis económica y severos problemas de inseguridad, educación, migración y una pandemia que no quiere ceder.

 

[1] Proceso mediante el cual el presidente determina quién será su sucesor o sucesora.

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