"La creciente presencia de las mujeres en la política y en otros espacios públicos y privados es una situación inédita en América Latina y en el mundo. Presidentas como Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Dilma Rousseff en Brasil, Laura Chinchilla Miranda en Costa Rica o hasta hace poco Michelle Bachelet en Chile, quien nuevamente se ha impuesto en las internas por amplio margen, y antes Violeta Chamorro en Nicaragua, además de Angela Merkel en Alemania y de Christine Lagarde al frente del Fondo Monetario Internacional, son sólo algunos ejemplos de mujeres en el ejercicio del poder. Sin embargo, no está del todo claro si este hecho es en verdad una conquista de las mujeres en las luchas por la igual - dad de género o si, por el contrario, es la muestra más fl agrante de una suerte de “sub-representación inclusiva” a tono con otros ejemplos de inclusión excluyente de nuestra época.
También resulta difícil ponderar si las políticas que impulsan las mujeres en el ejercicio del poder redundan en benefi cio del género femenino. O si el mero acceso a los cargos públicos supone para la gran mayoría ellas algún tipo de nivelación respecto de una situación de sometimiento que lleva siglos. En tal sentido, el problema no parece ser la cantidad de mujeres en los cargos, sino la calidad de la representación ejercida. Y si bien la cuestión de la cantidad, por ejemplo a través de una ley de imposición de cuotas como política de discriminación positiva, se constituye, en principio, en la puerta de acceso a la calidad, ello no signifi ca que en la práctica las mujeres dejen de estar sub-representadas: en primer lugar, porque la inclusión de mujeres no responde a ninguna convicción respecto de la igualdad de género sino al mandato que una ley impone; en segundo lugar, porque aun existiendo una ley semejante, en muchos países tampoco se cumple.
Por otro lado, aunque la inclusión de las mujeres en todos estratos y niveles de la política sea una condición irrenunciable de los actuales estados democráticos de derecho, no debe perderse de vista que la postergación de las mujeres en muchos otros ámbitos de la vida no puede resolverse a través de una ley de cuotas. Los diferentes tipos de violencia material y simbólica que las mujeres siguen enfrentando a diario por su sola condición de género dan cuenta acabada de la magnitud de las tareas pendientes. Y también aquí la dignidad humana es el valor central que permite encarar los desafíos futuros."
Dra. Kristin Wesemann
Directora