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Mientras eso sucedía, en Lima, esa misma tarde se llevó a cabo el II Encuentro de la Red en Seguridad entre el Perú y sus vecinos, organizado por el Instituto de Estudios Internacionales (IDEI) y promovido por la Fundación Konrad Adenauer (KAS), en un hotel miraflorino. El ambiente era propicio. Qué mejor punto de partida para una construcción de una comunidad en seguridad entre Perú y sus pares: Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Ecuador.
“No es un tema resuelto. A veces siento que los europeos compartimos sabiduría, pero estar aquí, con ustedes, representa un enorme proceso de aprendizaje”, fueron las palabras con las que Bernadette Kalz, representante de la KAS en el Perú, inició el evento. Fabián Novak, director de IDEI, hizo lo propio y resaltó que hay riesgos transversales que podrían agravarse y amenazar la paz de la región, como el narcotráfico y la trata de personas.
La primera mesa, moderada por el periodista Hugo Guerra, estuvo integrada por Andrés Gómez de la Torre (Pontificia Universidad Católica del Perú), el chileno Jaime Baeza (Universidad de Chile), y el boliviano José Rocabado (Universidad Mayor San Andrés).
“¿Es viable y realista realmente esta idea de comunidad?”, fue la provocadora pregunta que puso sobre el tapete Andrés Gómez. Señaló que en los 23 años que lleva la Constitución de 1993 no se ha modificado artículo alguno sobre seguridad y defensa nacional. Y lanzó unas cifras que reflejan un panorama inestable y a la deriva: desde el año 2000 en adelante, el Perú ha tenido 14 Ministros de Defensa, 22 Ministros del Interior y 13 Jefes de Inteligencia.
Baeza, por su parte, dejó en claro que los dilemas de seguridad no se superan con mayor integración comercial (son cuerdas separadas) sino con acciones de seguridad. Parece sobreentendido pero no lo es. Asimismo destacó el papel de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y de Brasil como el líder que necesita la región.
“No hay un solo camino. Pero en la medida que se prioricen y transparenten los temas de seguridad se podrá establecer una visión común y, por qué no, una doctrina”, concluyó Rocabado, quien considera que el narcotráfico, aunque suene polémico, es capaz, precisamente, de desarrollar esta visión común. “Nos atañe a todos. Nos vulnera y ataca con sus efectos colaterales”.
El colombiano Henry Cancelado (Pontificia Universidad Javeriana) y el brasileño Antonio Ramalho (Universidad de Brasilia) formaron parte de la segunda mesa, a cargo del diplomático Alfonso Rivero.
“#ElUltimoDiaDeLaGuerra me cogió en Perú hablando de seguridad regional”, tuiteó Cancelado, de apellido premonitorio. En su exposición se mostró cauteloso, aunque la platea esperara lo contrario. “Lo que sigue es la violencia de quienes vivían de la guerra”, sostuvo.
Eso sí, le entusiasma la idea de “desfarquitizar” el pensamiento colombiano. La guerra interna se alargó tanto que el colombiano concibe la seguridad para sus adentros. A tal punto que los policías y los militares confunden sus roles. Regresando al foco continental, para Cancelado los problemas en todos los países de Sudamérica son similares. Solo varían las cifras y los actores.
Ramalho, el último expositor y no por eso el menos importante, indicó que ya vivimos en una comunidad de seguridad en la región, pero de facto. A partir de las fuerzas militares. Que estaría en peligro por tres aspectos fundamentales: desigualdad social, institucionalidad incipiente y escasez de recursos naturales.
Así terminó la reunión: con un debate alturado, coincidencias conceptuales y una sensación de optimismo. No desbordante pero por lo menos esperanzador. Sudamérica es una región que, pese a tensiones de diversa índole, ha vivido en paz; su mapa geopolítico, a diferencia de Europa, prácticamente no ha cambiado en el último siglo. Mantenerlo y fortalecerlo es viable, y es un compromiso que la KAS asume promoviendo el diálogo sobre el rol que cumple el Perú en América Latina y las necesidades que debe atender en este marco regional para caminar hacia una comunidad en seguridad.