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Distintas experiencias artísticas impulsadas en Colombia demuestran por sí mismas su importancia, pues han permitido tramitar el dolor, resignificar objetos y espacios, realizar denuncias y contar historias. Sin embargo, se debe considerar tanto el potencial transformador del arte, como sus limitaciones. En esta línea divisoria entre lo se que puede y no agenciar desde el arte, discurrió la reunión con César López, que además de un espacio de discusión, fue un momento para escuchar y sentir desde la música.
El invitado compartió sus inquietudes, experiencias y perspectivas sobre el tema central. En la charla destacó que una de las primeras ideas que le interesó fue el papel que podía jugar el arte en momentos de crisis. Y como surgió la propuesta de conformar con algunos colegas lo que llamaron el “Batallón Artístico de Reacción Inmediata”, un grupo de personas que con instrumentos musicales acudían a lugares donde se habían presenciado hechos violentos. La presencia del “Batallón” permitía generar un espacio de expresión y acompañamiento a las víctimas.
La explosión de la bomba en el Club el Nogal de Bogotá en 2003 fue uno de estos momentos. Después de enterarse, César López acudió al lugar de los hechos, estaba intentando buscar un espacio donde ubicarse con su guitarra cuando tuvo un encuentro con un militar que también había llegado al lugar. En ese momento le llamó la atención la disposición corporal que asumía cada uno, pues la manera en la cual él sostenía su guitarra, era muy similar a la forma de sostener el fusil por parte del hombre armado. Relata, “y me llamó la atención cómo físicamente los dos llevábamos cargados nuestros objetos de la misma manera, pero significaban dos cosas distintas”.
De esta experiencia nace la idea de crear la escopetarra. Una guitarra construida a partir de la estructura de un fusil Ak-47, el arma que más muertes a causado en el mundo. Con el mensaje de que un objeto pensado para la muerte, puede transformarse en uno para crear música. Y esta metáfora ha servido para que algunas personas reflejen el curso de su propia existencia, es el caso de algunos desmovilizados, que luego de vivir al servicio de la muerte, ahora lo hacen para la vida. Se logra entonces construir un instrumento que pasa de ser una herramienta física, a ser una mental, para después convertirse una herramienta social.
César López interpretó diferentes canciones en el encuentro. Una de ellas se llama “helicópteros”, que nace de una historia en el aeropuerto La Nubia de Manizales. Él estaba allí observando cómo, a pesar de que el aeropuerto estaba cerrado, diferentes helicópteros llegaban y recogían de 15 a 20 jóvenes vestidos de camuflado, volvían después de un tiempo vacíos, aterrizaban, y volvían a recoger más hombres. Una de las señoras que lanzaba bendiciones a uno de ellos expresó: “yo no sé por qué se trata de morir por los otros, y no de vivir con los otros”.
Si bien César López manifestó creer profundamente en el papel que puede tener el arte como vehículo de transformación, también considera necesario ser cuidadoso con sus limitaciones. Ya que es problemático que al arte se le haya atribuido la capacidad de cambiarlo todo, cuando algunas realidades sociales que escapan de sus alcances. Incluso, muchos de los ejercicios artísticos que se han realizado en el país deben ser replanteados, por ejemplo, la producción de costosos conciertos, sin consultar a las comunidades, bajo el supuesto de que por sí mismos generan un cambio en las prácticas de las personas.
En este mismo sentido, es necesario considerar que en lugares donde han ocurrido hechos violentos múltiples organizaciones hacen presencia, con la intención de generar una transformación positiva; sin embargo pueden llegar a generar daños en el equilibrio de la comunidad, en los tejidos sociales, en los liderazgos y en las historias de vida de las personas. Es primordial entonces matizar los efectos del arte de acuerdo a las situaciones específicas en las que se quiere intervenir. Este es un proceso de reflexión juicioso, que César López denomina “el camino de regreso”, el cual busca encontrarle al arte, el lugar justo que puede ocupar como forma de intervención. Bajo estos supuestos, hizo parte de la escritura de los trece principios sobre cómo generar “acción sin daño”. El no prometer aquello que no se puede cumplir es uno de ellos.
En el encuentro, César López compartió distintas iniciativas que ha llevado a cabo con sus compañeros, rescató aciertos y desaciertos; compartió la historia de algunas de sus canciones y contó experiencias de sus 20 años como activista. Mencionó que ante tantas historias en el país de comunidades enteras que se reparan a sí mismas, que siguen adelante, “uno dice: ¿y yo cómo no voy a hacer, cómo no vamos a seguir contando y cantando lo que nos está pasando? Creo mucho en el papel del arte en un posible pos conflicto, creo mucho en tender puentes desde la canción, creo mucho en bajar tensiones”.
Al final del conversatorio, los asistentes coincidieron en la necesidad de articular los lenguajes artísticos a los procesos que se lleven a cabo en un posible posconflicto en Colombia. Considerando la necesidad de concentrarse no sólo en las discusiones intelectuales, sino también explorando las sensibilidades que pueden ser generadas desde el arte.
-Clic aquí para escuchar la canción Helicópteros
-Clic aquí para visitar la página del proyecto "Toda bala es perdida"
• Contribución de Julián Vásquez Gómez, Estudiante Antropología. Universidad del Rosario.