Los estudios más recientes sobre evangélicos y política constatan que, a fines de los años 90, se acabó la época en la que el discurso teológico-político evangélico se articulaba en torno a los ideales del bien común, los derechos sociales de los trabajadores y la búsqueda de la justicia social, como las grandes consignas políticas de la época. En el nuevo imaginario político de los eva gélicos (sobre todo, neopentecostales), la teología profética cedió el paso a nuevos enfoques, nuevos símbolos religiosos y nu vos referentes bíblicos para justificar la presencia evangélica en la política. En otras palabras, la agenda política de los evangélicos fue pasando progresivamente de una ‘agenda social’ a una ‘agenda moral’.